martes, 11 de noviembre de 2014

TEXTO PARA LA CLASE DEL DÍA 13/11/2014

Hace treinta o cuarenta años, los padres tenían una obsesión: que los hijos fueran a la universidad. Hoy la obsesión es otra: que aprendan inglés. A nadie se le escapa que es el idioma universal y que por mucho que el chino amenace con convertirse en el líder, de momento el inglés es el que gana la partida. Por lo tanto, parece una especie de obligación que todos estudien inglés. Sin embargo, el resultado está a la vista: los españoles apenas alcanzan un nivel medio de inglés. ¿Por qué? ¿Tiene que ver con el fracaso del nuestro sistema educativo? ¿Cómo es posible que lo aprendamos desde los 3 años y lleguemos a la etapa laboral sin saber defendernos en una reunión de trabajo? El primer beneficio que viene a la mente de todos cuando hablamos de saber hablar inglés es que mejora nuestras posibilidades de conseguir un mejor trabajo, pero las ventajas van mucho más allá.
Varias investigaciones han demostrado las ventajas intelectuales de los niños que aprenden más de un idioma. Los niños bilingües obtienen mejores resultados en sus estudios y en los tests de inteligencia. Además, son más sociables y seguros de sí mismos y tienen mejores aptitudes respecto de la comunicación.
Los niños que crecen siendo bilingües tienen un mayor vocabulario, mayor capacidad para aprender más idiomas, tienen más autoestima y observan los problemas desde varios ángulos.
Y, contrario a lo que se pueda pensar, el aprendizaje de un segundo idioma, no entorpece el aprendizaje de la lengua materna. El desarrollo del habla de un niño bilingüe será normal, aunque es posible que al principio mezcle sonidos de las dos lenguas y nos dé la impresión de que no arranca a hablar, o de que empieza a hablar más tarde. Pronto, no obstante, aprenderá a diferenciar bien los dos idiomas y utilizará cada uno en su contexto. Hacia los cinco años debe haber integrado la estructura de las dos lenguas.
Muchos nos preguntamos por qué no hablamos bien en España. Para la propietaria de Claudia Carter la respuesta no es simple: «en otros países, como Guatemala, Dinamarca, Israel o la India, los niños crecen siendo bilingües y aquí no, y no es porque los niños españoles sean diferentes, es que en España hay actitudes y estructuras que impiden que lleguemos a creer en nuestra capacidad para aprender inglés».
Efectivamente no tenemos nada especial que nos impida hablar inglés en el aspecto genético (de hecho varias comunidades son bilingües) pero sí tenemos aspectos, según Carter, de tipo cultural, educativo y lingüísticos. «Tenéis un sentido del ridículo que juega un factor importante», señala. «Tendéis a burlaros de vuestros compañeros cuando hablan inglés. Como muestra un botón; el famoso discurso en inglés de Aznar, o de Botín, que han sido objeto de burlas constantes, o los chistes de Chiquito de la Calzada mofándose de los ingleses», agrega.

Una de las cosas que más caracteriza a nuestro país es el doblaje, algo impensable en otros países y que, desde luego, influye muchísimo a la hora de ir aprendiendo desde pequeños: «La influencia de la filosofía franquista sigue siendo una realidad en la sociedad actual. El franquismo trajo consigo el doblaje del cine y la televisión y la exaltación del español y el rechazo de todo lo de fuera», puntualiza.

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